Brutos, toscos,
irracionales, groseros…, eso fuimos y aun no sé si lo seguiremos siendo. Hoy
veo que somos esa gran masa uniforme, homogénea, igualitaria, indistinta que se
realiza y desenvuelve en la mas banal realidad: la de ser parte del anonimato y
el silencio de una voz que ya no tiene fuerzas para luchar. No llamo a la
revolución, ni tampoco a la rebelión. Simplemente pido el despertar del sujeto autentico, de
aquel que fabrica su mundo y configura los medios para alcanzarlo. Pido
el despertar de un sujeto libre y no al prisionero de esta mediocre liviandad. Pido
la fuerza del bruto, la locura del irracional y la malcriadez del grosero. Es
necesario volver a vivir.
No somos
personas, somos entes y objetos por conquistar. Desde la concepción de la
civilización, cuando aun las relaciones entre las personas no estaban
delimitadas, cuando simplemente se postulaban como un desparpajo de emociones,
impulsos absurdos y actividades sin fin, nació en el seno de esta mescolanza la
intención de algunos de ser reconocidos, de ostentar, de tener y proyectarse
como dueños y patrones de ese conjunto de personas hasta el momento primitivas
y en gran medida todavía irracionales. El amo Hegeliano nacía, más no el
esclavo.
La autoridad se
afianzó así en la civilización. La hegemonía de unos pocos contra la sumisión
de otros muchos es la radiografía de la antigua sociedad occidental, una
sociedad estamental en la que las categorías se establecían al son y compás de “aquellos
pocos”, en la que el sometimiento, tragedia y conformidad era parte de “aquellos
muchos”. La igualdad no existía, arbitrariedad y absolutismo si, y mucho.
La acción y
gestión de las instituciones nunca fue el acuerdo de las mayorías, nunca
respondió al llamado y libre albedrío de las grandes masas. Las instituciones
como el Estado, la Iglesia, simplemente respondieron a la voluntad de poder de
los jerarcas, de los burgueses, del clero. Lo que se conoce como verdad nunca
fue sometida a juicio, nunca fue debatida, ni mucho menos conversada. Si tenemos líneas directrices de comportamiento,
de instituciones y política de gestión y gobierno es porque son en resumen la
herencia que “aquellos pocos” fabricaron y con la que confabularon con el único
fin de someternos, sojuzgarnos y suprimirnos. Hoy, irremediablemente es la
irreprochable herencia con la que despertamos bajo el brazo y de la cual es
imposible despojarnos. Este mundo no es el que nuestras voluntades desearon,
simplemente es la voluntad de los que quisieron gobernar.
Si bien es cierto,
nosotros nunca fuimos participes y cómplices de aquellas decisiones, pues abran
los ojos, sí lo fuimos, en la medida que permitimos que se asienten sobre nuestras
voluntades y coaccionaran nuestra decisión. “Los gobernantes han
mantenido un interés de mantener a sus
súbditos en tinieblas, porque de otra manera sería sumamente fácil exponer la
injusticia, la arbitrariedad, la inmoralidad y la irracionalidad de su propio
gobierno” (Helvetius) El mundo entero sabe y conoce que la mano que estruja
el látigo y ejerce su poder es la de un sistema putrefacto que nació con la
corrupción y mentira entre sus venas. La mentira y traición es parte de los
gobiernos, no se sabe si eso algún día se podrá remediar. Hoy la decisión de
nuestras vidas se rige en base a estos lineamientos ¿Dónde quedo el ser humano
libre? ¿Cuándo perdimos la voluntad?
La vida en general
no debería corresponder a estructuras de comportamiento definidas y
configuradas. Somos libres, cada uno es distinto. No somos iguales. Es el
momento, es la oportunidad de despertar. La dependencia en exceso que hoy nos
azota y gobierna se ha extendido hasta las más impensables capaz de nuestro
accionar. Hemos sido sujetados, hemos sido moldeados y todos somos parte del
gran recipiente de control y sujeción. Hoy no somos nosotros. Lamentablemente
hemos sido enajenados de la fundamental capacidad de decisión.
¿Nos gusta vivir
enfrascados, coaccionados y limitados? No me gusta tener la soga contra el
cuello ni la espada contra la pared. Reconquistemos el valor imprescindible de
nuestra existencia. La libertad.