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Nací en 1990 en Aplao - Arequipa, estudio Periodismo en la UNSA, francés en la Alianza Francesa de Arequipa. Formo parte activa de seminarios o eventos sobre cualquier expresión de cultura en general. Soy una persona de carácter sereno que agrada de las personas responsables, perseverantes. "LA TAREA HA DE SER DIFÍCIL, PUES SÓLO LA DIFICULTAD INSPIRA A LOS NOBLES DE CORAZÓN", busco reflejar este pensamiento de Kierkegaard, cada día busco mejorar.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El Verdadero Papel de la Historia

Las personas somos entes totalmente subjetivos, que por esta misma condición, estamos inundados de pasión, piedad y compasión hacia la sublimidad de los sentimientos humanos. Es cierto, esto es parte de nosotros; la historia de los hechos, en su ínfimo detalle, nos compone y estructura como individuos que hemos de regirnos por nuestras emociones, anhelos, deseos, amores y desamores.

En la vida diaria, esto se demuestra sin ninguna refutación; la celebración de un cumpleaños, de un aniversario de bodas, hasta de un mismo funeral; son fuentes explícitas de la formación constante de sentimientos en las personas. Más que sólo ser atenuantes de una fecunda vida social, son acciones que nos suprimen en la fantasía de una filiación, de un sentir común, y con esta propuesta ahora expuesta, se resalta el papel consumista de los sentimientos, que más que engrandecer la acción humana, la descalifica, la descompone y muchas veces la hace nimia hasta desaparecer.

Los sentimientos de las personas se formulan en un historicismo común. Hay una historia común entre las personas, esa historia crea sensaciones, crea percepciones, crea sentimientos; es decir, la historia sustenta la filiación entre las personas. El patriotismo de una nación, no sería tal sin un hecho común a toda esa nación: una identidad francesa, no sería lo mismo sin una revolución francesa; una historia americana, no sería lo mismo sin una revolución de emancipación; una identidad peruana, no sería tal sin una lucha de independencia.

La historia ha de ser formadora de acción, no la contemplación exhaustiva e idolatra de sus propios acontecimientos. Muchas veces suele pasar que la historia adormece y fatiga la voluntad de hacer. La admiración hacia ella se encubre y aniquila en la devoción del pasado, un pasado que no volverá, un pasado que finó, y que como tal, sólo ha de ser recuerdo, pero recuerdo, mas no olvido. Nietzsche le atribuye una función a este olvido: “Es fundamental para evitar que el pasado destruya la fuerza plástica, la vitalidad de una cultura. Frente a la Historia monumental que hace que "los muertos entierren a los vivos" y a la historia del anticuario que momifica la energía vital, es indispensable sostener un historicismo crítico que disuelve y quiebra el pasado para poder vivir”

“Necesitamos la Historia para la vida y para la acción, no para apartarnos cómodamente de la vida y de la acción o para venerar la vida egoísta, la acción cobarde y malversada” La Historia es la herencia común que cada sujeto sostiene en su espacio. Su fin, como tal, es posibilitar en cada sujeto la participación constante en cada una de sus relaciones, este historicismo es parte de un propósito, no del perjuicioso enlazar que instaura en cada una de las personas, sus filiaciones, sus sentimientos y hasta en la más banal de sus relaciones.